Las acusaciones de corrupción en el fútbol brasileño no son ninguna novedad. Pero cuando incluso una leyenda como Ronaldo Nazário intenta cambiar las cosas y se encuentra con un muro infranqueable, la indignación alcanza otro nivel. Ahora, su esposa, Celina Locks, ha decidido alzar la voz y denunciar lo que considera un sistema dominado por el clientelismo político en lugar del progreso.
Para una figura como Ronaldo, asumir un papel de liderazgo en el fútbol brasileño parecía un paso natural. Sin embargo, su intento de convertirse en presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) terminó antes de lo esperado. Poco después de anunciar su candidatura, se retiró abruptamente, sin haber tenido siquiera la oportunidad real de presentar su proyecto.
Celina Locks no tardó en reaccionar con furia ante el trato que recibió su marido. A través de Instagram, lanzó una dura crítica contra el sistema.
«¡El sistema está podrido! Un dirigente en el cargo que multiplica por cinco el ‘apoyo’ financiero a las federaciones para garantizar respaldo político no nos representa».
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También criticó a las federaciones regionales, acusándolas de conformarse con «migajas» de los altos mandos del fútbol brasileño y asegurando que los verdaderos perjudicados son los aficionados y el deporte en sí.
¿Una lucha contra la corrupción o una batalla perdida?
Locks no se quedó ahí. En sus historias de Instagram fue aún más contundente, afirmando que Brasil es un país «del que hay que avergonzarse» y que la corrupción sigue campando a sus anchas en las altas esferas del fútbol.
Sus palabras han resonado entre muchos brasileños, que llevan años denunciando las irregularidades y los tejemanejes en la administración del fútbol nacional. Pero la gran pregunta es: ¿puede alguien, incluso una figura de la talla de Ronaldo, romper un sistema tan arraigado?
23 federaciones dijeron «no»
Uno de los datos más sorprendentes lo reveló el propio Ronaldo. A pesar de su estatus como campeón del mundo y uno de los mayores ídolos del fútbol brasileño, se encontró con que casi nadie quería escucharle.
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Explicó que intentó contactar con 27 federaciones regionales para presentar su proyecto de cambio. El resultado fue demoledor: 23 de ellas se negaron siquiera a reunirse con él.
«No pude presentar mi proyecto, compartir mis ideas ni hacer que se escucharan como me hubiera gustado. No hubo apertura al diálogo», admitió Ronaldo.
Su retirada no fue solo una derrota personal, sino la prueba de que el sistema no está dispuesto a cambiar.
¿Un juego amañado?
El fracaso de la candidatura de Ronaldo deja en evidencia los problemas estructurales del fútbol brasileño. Si ni siquiera uno de los jugadores más queridos del país tiene la oportunidad de impulsar una renovación, ¿quién lo conseguirá?
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Por ahora, Ronaldo ha decidido dar un paso atrás. Pero su esposa ha dejado claro que no piensan quedarse callados. La incógnita es si este episodio marcará el inicio de un cambio real o si, como tantas otras veces, acabará siendo solo otro capítulo más en la larga historia de luchas de poder dentro del fútbol brasileño.