Donald J. Trump y la militarización del deporte moderno
La intersección entre deporte, finanzas e ideología
La evolución de la vida pública de Donald J. Trump está inextricablemente ligada al mundo del deporte profesional. Es una relación definida no solo por el entusiasmo pasivo de un aficionado, sino por medio siglo de participación agresiva como propietario, promotor, demandante y antagonista cultural.
Para entender la psicología empresarial de Trump y su eventual ascenso político, hay que adentrarse primero en la turbia historia de sus empresas deportivas. Desde los tribunales de los litigios antimonopolio de la USFL hasta las salas de juntas de la NFL y desde los asientos de los cuadriláteros de boxeo en Atlantic City hasta los fairways de las polémicas cumbres del golf, el deporte ha servido de laboratorio principal para la marca de populismo, negociación y conflicto de Trump.
Este informe ofrece un análisis exhaustivo de esta historia de varias décadas. Sostiene que las interacciones de Trump con el mundo del deporte no fueron una distracción, sino más bien una piedra de toque esencial para las tácticas que más tarde emplearía en la escena política nacional.
Examina la construcción narrativa de "David contra Goliat" del proceso de la USFL, la mentalidad de "contragolpeador" perfeccionada en el juego de lucha, la polarización de "nosotros contra ellos" armada durante las protestas de arrodillamiento de la NFL, y una mirada hacia la Copa del Mundo de 2026.
Mediante un examen forense de registros financieros, transcripciones judiciales y relatos históricos, este artículo intenta reconstruir la vida deportiva del 45º Presidente de los Estados Unidos, revelando un patrón de búsqueda de validación de las instituciones establecidas y, cuando son rechazadas, de intento de desmantelarlas mediante la agitación y el espectáculo.

El USFL y la arquitectura de la insurgencia
La aparición de una liga de aspirantes
A principios de la década de 1980, el panorama deportivo estadounidense estaba dominado por un único monolito: la National Football League (NFL). La United States Football League (USFL) pretendía ser una alternativa modesta, una liga de primavera que satisficiera el insaciable apetito de la nación por el fútbol durante la temporada baja de la NFL. El plan de negocio inicial de la liga se basaba en la moderación financiera y la coexistencia respetuosa con el orden establecido. Ese equilibrio se rompió en 1983, cuando Donald Trump, un impetuoso promotor inmobiliario de Queens, compró la franquicia de los New Jersey Generals.
La entrada de Trump en la USFL supuso un cambio radical en la filosofía de la liga. Consideraba el programa de primavera no como un nicho viable, sino como un "campo de pruebas" para un objetivo mucho mayor, a saber, una fusión con la NFL.
Su estrategia consistía en una expansión rápida y temeraria y un gasto desorbitado para crear un producto tan innegable que la NFL se viera obligada a adoptarlo. "Trump era el gran propietario, el que gastaba mucho, y los de la NFL le tenían un miedo de muerte", recuerda Bill Tatham Jr.
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La sangría financiera fue inmediata y severa. El propio Trump admitió que había perdido 3 millones de dólares después de impuestos con los New Jersey Generals, una suma considerable en la moneda de los años ochenta. Sin embargo, su cálculo no se basaba en el beneficio operativo, sino en el valor de la marca. "Conseguí mil millones de dólares en publicidad gratuita", presumió más tarde, señalando que su nombre apareció 161 veces en los periódicos en los seis primeros meses de propiedad, más que en los cuatro años anteriores juntos.
Esta mercantilización de la atención, independientemente de la salud financiera subyacente del activo, se convertiría en un sello distintivo del modelo de negocio de Trump.

La transición al otoño: ¿una estrategia suicida?
El conflicto que definió la corta vida de la USFL fue la decisión de abandonar la temporada de primavera y competir directamente con la NFL en otoño. Este giro contó con el apoyo incondicional de Trump, que argumentó que la competencia directa era la única forma de lograr una fusión.
Convenció a la mayoría de los propietarios para que apoyaran esta medida, hundiendo así los barcos de la liga. La lógica era básicamente una partida de póquer de altas apuestas. Si la USFL ganaba un juicio antimonopolio contra la NFL, los daños resultantes o la fusión forzosa les harían multimillonarios. Si perdían, la liga se hundiría.
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La demanda, presentada en 1986, pedía 1.320 millones de dólares por daños y perjuicios. Alegaba que la NFL mantenía un monopolio ilegal sobre los derechos de retransmisión televisiva y los contratos de los jugadores y conspiraba para asfixiar a la incipiente liga en su cuna.
El caso fue dirigido por Trump y su antiguo abogado y mentor Roy Cohn, famoso por sus tácticas agresivas y sin prisioneros. En la demanda se acusaba a la NFL de presionar a las principales cadenas de televisión para que rechazaran a la USFL, cortando así sus canales financieros.
Sin embargo, la estrategia legal fracasó estrepitosamente en la sala del tribunal. El principal abogado defensor de la NFL, Frank Rothman, siguió una estrategia de distracción judoista. En lugar de rebatir el dominio de la NFL, Rothman retrató a Trump como un villano, un diletante rico e impaciente que había secuestrado una prometedora liga de primavera y la había conducido a un enfrentamiento suicida con la NFL sólo para satisfacer su propio ego.
Rothman desmontó meticulosamente la narrativa victimista de la USFL, argumentando que los problemas financieros de la liga son heridas autoinfligidas causadas por el exceso de gastos y el desacertado cambio al calendario de otoño.
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La sentencia de los 3 dólares
El juicio, que duró 42 días en un tribunal federal de Manhattan, cautivó al mundo del deporte. Hubo testimonios del comisionado de la NFL, Pete Rozelle, de Howard Cosell y del propio Trump. El veredicto del jurado sigue siendo uno de los resultados más extraños de la historia jurídica.
Declararon a la NFL culpable de mantener un monopolio y, por tanto, estimaron técnicamente la demanda central de la USFL. Sin embargo, también concluyeron que el comportamiento monopolístico de la NFL no era la razón principal del fracaso de la USFL. Los jurados atribuyeron el declive de la liga a su propia mala gestión, en particular a las estrategias seguidas por Trump.
La indemnización concedida fue simbólica: un dólar. Según la ley antimonopolio, los daños se triplican, con lo que la cantidad total asciende a tres dólares. También se condenó a la NFL a pagar honorarios legales por valor de unos 6 millones de dólares, pero los 1.320 millones que Trump había prometido a sus copropietarios ya no están disponibles.
Aspectos económicos del proceso USFL
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| Componente | Intenciones estratégicas | Resultado real |
| Calendario de aplazamientos | Mover a otoño para forzar la fusión de la NFL | Aficionados alienados; nicho de primavera destruido |
| Reclamación legal | 1.320 millones de dólares en daños antimonopolio | 3 $ (se ha triplicado desde 1 $) |
| Objetivo de la fusión | Obligar a la NFL a hacerse cargo de los equipos de la USFL | No hay fusión; la USFL se disuelve |
| La narrativa de Trump | "Luchamos contra el monopolio y ganamos" | "Un intento desesperado de extorsión" (crítico) |
| Repercusiones financieras | Ganancias inesperadas para los propietarios | Pérdida total de la inversión en franquicia |
El impacto psicológico de esta sentencia no puede sobrestimarse.
Trump había apostado toda la liga a una decisión jurídica equivocada y perdió. Pero después, presentó la sentencia como una victoria moral, centrándose en el veredicto de culpabilidad e ignorando el daño insignificante. Esta habilidad para reinterpretar un fracaso objetivo como un éxito subjetivo le será muy útil en futuras campañas políticas.
La USFL cesó sus operaciones poco después del juicio, dejando a Trump con un equipo desaparecido pero con un nombre reconocido a nivel nacional. Había utilizado con éxito la liga como una escalera hacia su propia fama, incluso mientras echaba a patadas la escalera para todos los demás.

Los Buffalo Bills y el origen de la denuncia
La OPA de 2014
Tres décadas después del colapso de la USFL, Trump intentó volver al fútbol profesional, esta vez con el objetivo de unirse al establishment al que antes había demandado. En 2014, tras la muerte de Ralph Wilson, la franquicia de los Buffalo Bills se puso a la venta. Trump, ahora estrella de telerrealidad y marca mundial, veía en la propiedad de un equipo de la NFL el símbolo de estatus definitivo, una afirmación de su riqueza y poder que le habían sido esquivos en la década de 1980.
Su oferta por los Bills se caracterizó por las mismas tácticas agresivas que utilizó en el negocio inmobiliario. Competía ferozmente con un grupo liderado por la leyenda del rock Jon Bon Jovi y otro por el multimillonario Terry Pegula.
El equipo de Trump llevó a cabo una campaña de "operaciones encubiertas" para socavar la candidatura de Bon Jovi utilizando emisarios políticos para difundir rumores de que el cantante quería trasladar la querida franquicia a Toronto. Este movimiento "Ban Bon Jovi" movilizó con éxito a los aficionados de Buffalo contra la estrella del rock y envenenó su candidatura.
A pesar de estas maniobras, la oferta de Trump acabó fracasando debido a las circunstancias financieras. Según los informes, los activos líquidos de Trump ascendían a unos 1.100 millones de dólares, lo que no era suficiente para hacer frente a la oferta en efectivo de Terry Pegula de 1.400 millones de dólares.
Al parecer, el Comité Financiero de la NFL, que examina a todos los posibles propietarios, ha analizado el patrimonio neto de Trump y ha descubierto que no cumple los estrictos requisitos de liquidez de la liga. Además, el recuerdo de la demanda antimonopolio de la USFL seguía presente, ya que muchos antiguos propietarios y directivos de la liga veían a Trump como un pendenciero cascarrabias en el que no se podía confiar.
El testimonio de Michael Cohen y las acusaciones de fraude
Los detalles de las maniobras financieras de Trump durante la compra de los Bills resurgieron años después en un contexto penal. En 2019, el ex abogado personal de Trump, Michael Cohen, testificó ante el Congreso que Trump había inflado su patrimonio neto en los informes financieros presentados al Deutsche Bank con el fin de obtener un préstamo para comprar los Bills.
Cohen alegó que Trump presentó documentos financieros falsos para proyectar la liquidez necesaria para comprar el equipo, una afirmación que estuvo en el centro del caso de fraude civil del fiscal general de Nueva York contra la Organización Trump. Esto sugiere que la oferta de los Bills no fue solo un proyecto de vanidad, sino una apuesta financiera de alto riesgo en la que Trump se expuso a importantes riesgos legales.
De propietario a presidente
Una teoría convincente planteada por figuras de los medios deportivos como Stephen A. Smith es que el rechazo de Trump por la NFL fue el catalizador de su carrera presidencial de 2016. Smith relató una conversación con Trump en 2014, poco después de que se cerrara la compra de Pegula, en la que Trump supuestamente dijo: "Si los MF se interponen en mi camino, los recuperaré a todos. Me presentaré a presidente".
Puede que solo sea una anécdota, pero el momento es revelador. La venta de los Bills se cerró a finales de 2014; Trump bajó por la escalera mecánica dorada para anunciar su candidatura en junio de 2015. La humillación de ser considerado "no lo suficientemente rico" por el club de multimillonarios de la NFL puede haber alimentado el deseo de obtener una posición de poder más allá de su autoridad. Como presidente, Trump atacaría sin tregua a la NFL, enzarzándose en una disputa que se antojaba profundamente personal, represalia por la negativa del club a darle entrada.

Boxeo, MMA y el arquetipo del hombre fuerte
Tratar con Mike Tyson
Antes de entrar en política, Trump era promotor de peleas casi sólo de nombre. A finales de los ochenta, descubrió el boxeo de pesos pesados como medio de atraer grandes sumas de dinero a sus casinos de Atlantic City. Se asoció con Don King para llevar los combates más importantes de Mike Tyson al Trump Plaza y al Trump Taj Mahal, convirtiendo brevemente Atlantic City en la capital mundial del boxeo.
La implicación de Trump fue más allá de la moderación. En 1988, tras la muerte del mánager de Tyson, Jim Jacobs, Trump ocupó el vacío. Actuó brevemente como asesor y mánager de Tyson y organizó un gran pago para el combate del boxeador contra Michael Spinks.
Esta relación era simbiótica, ya que Tyson aportaba la fuerza bruta y el espectáculo, mientras que Trump proporcionaba el lugar y la fachada de perspicacia empresarial.
La defensa que Trump hizo de Tyson después de que el boxeador fuera condenado por violación en 1992 da una idea de su flexibilidad moral cuando se trata de estrellas del deporte. Trump defendió públicamente que Tyson no cumpliera una pena de prisión, sino que se le permitiera luchar, destinando los beneficios a las víctimas de violación.
"Puede hacer más por la gente a la que hizo daño luchando que sentado en una celda", argumentó Trump, una visión utilitarista que prioriza el comercio sobre la justicia penal. Esta disposición a disculpar las transgresiones de "ganadores" y "estrellas" reapareció en su defensa de varios aliados políticos y culturales.

El salvador de la UFC
Si el boxeo era el pasado de Trump, las artes marciales mixtas (MMA) eran su futuro. En 2001, el Ultimate Fighting Championship (UFC) era un deporte paria. Calificado de "pelea de gallos humana" por el senador John McCain, estaba prohibido en los canales de cable de pago por visión y vetado en los grandes estadios. Los nuevos propietarios, Zuffa (dirigida por los hermanos Fertitta y Dana White), luchaban por encontrar un lugar que acogiera sus combates.
Trump vio una oportunidad donde otros vieron una carga. Abrió las puertas del Trump Taj Mahal a la UFC y acogió el UFC 30 y el UFC 31. Estos eventos fueron vitales. Estos eventos fueron vitales. El UFC 31, con la primera pelea de B.J. Penn y un combate por el título de los pesos pesados contra Randy Couture, es hoy legendario, pero en su momento fue un intento desesperado de mantener la empresa a flote.
Dana White nunca ha olvidado este gesto. "Trump nos dio la primera oportunidad... fue uno de los primeros en sentarse allí", recuerda White. "Lo vio cuando nadie más lo vio".
Esta inversión temprana pagó enormes dividendos políticos. A medida que la UFC crecía hasta convertirse en un gigante mundial de 15.000 millones de dólares, se convirtió en un bastión cultural del movimiento MAGA. Dana White habló en la Convención Nacional Republicana en 2016 y 2020, movilizando a los jóvenes, hombres y anti-PC de la UFC a favor de Trump.
Luchadores como Colby Covington y Jorge Masvidal se convirtieron en enérgicos sustitutos. Covington llevó un sombrero MAGA en el pesaje y visitó la Casa Blanca de Trump, al que describió como una figura de "energía de dragón". Masvidal se unió a Donald Trump Jr. en una gira en autobús de "Luchadores contra el socialismo" por Florida, vinculando explícitamente la historia del luchador como inmigrante con la retórica antisocialista de Trump.
La simbiosis de Trump y las artes marciales
| Época | Deporte | Cifra clave | El papel de Trump | Beneficios políticos |
| 1980s | Boxeo | Mike Tyson | Anfitrión/Consultor | Presencia mediática mundial; asociación de "hombres fuertes |
| 2000s | MMA | Dana White | Proveedor del lugar de celebración | Lealtad inquebrantable de los dirigentes de la UFC |
| 2016-24 | MMA | Covington/Masvidal | Icono/Mascota | Movilización de la población masculina joven |
La "batalla de los multimillonarios
La relación de Trump con Vince McMahon y World Wrestling Entertainment (WWE) es la manzana de la discordia de su estilo político. En 2007, Trump participó en la "Batalla de los multimillonarios" en WrestleMania 23.
La historia iba de que Trump y McMahon elegían cada uno a un campeón para que luchara por ellos con la condición de que al multimillonario perdedor le afeitaran la cabeza en directo en el ring.
El evento batió todos los récords de pago por visión. El campeón de Trump, Bobby Lashley, derrotó al campeón de McMahon, Umaga. En el clímax, Trump afeitó la cabeza de un McMahon atado y gritando de pura alegría. Esto era "kayfabe", el arte de la lucha libre de presentar un conflicto escenificado como realidad.
El dominio de Trump de esta forma, que utilizó para inflamar los ánimos, humillar a sus rivales y ocupar los asientos baratos, fue una prueba directa de los debates republicanos de 2016. Aprendió que el público estadounidense ansía el conflicto y el dominio, y que la línea que separa el entretenimiento de la gobernanza es porosa.

El imperio verde
La cartera
El golf es el deporte que Trump practica realmente, y su propiedad de campos de golf es fundamental para su identidad de magnate multimillonario. Su cartera incluye algunos de los campos de golf con más historia del mundo, entre los que destacan Turnberry, en Escocia, y Doral, en Miami. Sin embargo, los resultados financieros de estos campos a menudo no concuerdan con su imagen dorada.
Adquirido en 2014, Trump Turnberry es un desastre financiero. Los informes financieros del Reino Unido muestran que el complejo pierde millones de libras año tras año, 2,3 millones solo en 2019.
La finca se financia mediante cuantiosos préstamos del propio fondo fiduciario de Trump. A pesar de las cuantiosas inversiones realizadas para renovar el campo de golf de Ailsa y convertirlo en uno de los mejores del mundo, la Asociación Británica de Golf (R&A) ha prohibido discretamente que Turnberry acoja el Open Championship. La R&A considera que los riesgos de seguridad y las posibles protestas asociadas a la marca Trump son obstáculos insalvables, que niegan a Trump el reconocimiento mundial que ansía.
El Trump National Doral también acogió durante mucho tiempo el prestigioso WGC-Cadillac Championship. En 2016, el PGA Tour trasladó abruptamente el torneo a Ciudad de México. Mientras que el Tour lo justificó con problemas de patrocinio, Trump lo interpretó, con razón, como un distanciamiento político de su polarizadora retórica de campaña. La pérdida de este torneo supuso un duro golpe para el prestigio de su imperio del golf.
Alianza LIV Golf
Despreciado por el establishment del golf, Trump encontró un nuevo y poderoso aliado en LIV Golf. La liga renegada, respaldada por Arabia Saudí, buscó sedes dispuestas a desafiar al PGA Tour y encontró los brazos abiertos en Trump Bedminster y Doral. La organización de estos torneos fue una empresa lucrativa. Aunque no se dan cifras exactas, se calcula que las tasas de organización y los ingresos asociados a estos eventos ascienden a millones y son una importante fuente de ingresos para los campos de golf que habían perdido su afiliación al PGA Tour.
Esta alianza también tenía razones geopolíticas. Al asociarse con el Fondo Saudí de Inversión Pública (FPI), Trump se alió con un disruptor que atacaba a un monopolio estadounidense (el PGA Tour). Defendió agresivamente a la liga de las acusaciones de "blanqueo deportivo" y señaló su larga relación comercial con Arabia Saudí. "Me compran pisos.
Se gastan entre 40 y 50 millones de dólares", comentó en una ocasión. Trump predijo que el PGA Tour acabaría viéndose obligado a fusionarse con la LIV, una predicción que resultó ser acertada cuando se anunció el acuerdo marco entre ambas organizaciones en 2023.
El "comandante en jefe del engaño"
El comportamiento personal de Trump en el campo de golf ya ha sido ampliamente denunciado, sobre todo por el periodista deportivo Rick Reilly en su libro Commander in Cheat. En él, Reilly describe toda una serie de infracciones: Trump supuestamente patea bolas fuera del rough ("foot wedge"), lanza las bolas de los rivales a los búnkeres y afirma haber ganado campeonatos en sus propios clubes en los que en realidad nunca participó.
Reilly cuenta una anécdota en la que Trump afirmaba haber ganado el campeonato del club en su campo de golf de Bedminster cuando sólo estaba en Filadelfia. "Juega la primera ronda en cada campo nuevo que compra y lo llama el campeonato del club", dijo Reilly.
Estas anécdotas no son meras trivialidades deportivas, son estudios de carácter. Revelan una necesidad psicológica de ganar tan pronunciada que la realidad se doblega para satisfacerla. Pero también es cierto que Trump es mejor golfista que la mayoría de los hombres de su edad.
Tiger Woods, que ha jugado con él, comentó: "Para tener 70 años, golpea la pelota con fuerza .... tiene una energía desmesurada". Los análisis del swing realizados por expertos confirman que, aunque su estilo es poco ortodoxo, es decir, un backswing plano similar al de una pelota de béisbol, genera una potencia legítima mediante la rotación de la cadera. La dicotomía de Trump, el golfista que juega bastante bien pero es compulsivamente deshonesto cuando se trata de su puntuación, es un microcosmos de su vida pública.

Guerras culturales: NFL y Nike
La polémica en torno a arrodillarse
Durante su presidencia, Trump reconoció las protestas de los jugadores de la NFL, encabezadas por Colin Kaepernick, como un fuerte tema de contención. En un mitin en Alabama en septiembre de 2017, descargó una diatriba que sería emblemática de la época: "¿No estaría bien que uno de los propietarios de la NFL, cuando alguien falte al respeto a nuestra bandera, dijera: 'Sacad a ese hijo de puta del campo ahora mismo. ¡Fuera! Está despedido. Está despedido'".
Esta declaración convirtió una protesta contra la brutalidad policial en un referéndum sobre el patriotismo. Obligó a los propietarios de la NFL, muchos de los cuales eran donantes de Trump, a una situación imposible. Trump atacó implacablemente a la liga, tuiteando que los índices de audiencia habían "BAJADO MUCHO" a causa de las protestas.
Aunque los índices de audiencia de la NFL descendieron en torno a un 8% en 2016-2017, los analistas lo atribuyeron a una confluencia de factores, como la distracción de las elecciones presidenciales, los cierres de canales de televisión y la sobresaturación de partidos en horario de máxima audiencia, más que a un boicot masivo de los conservadores. Aun así, Trump ha logrado tachar a la NFL de "antipatriótica" para sus bases, lo que ha dañado la reputación de la liga en los estados rojos.
El análisis del boicot a Nike
Cuando Nike convirtió a Colin Kaepernick en el rostro de su campaña del 30 aniversario "Just Do It" en 2018, Trump predijo el desastre. "Nike está siendo absolutamente asesinada con ira y boicots", tuiteó. Los vídeos de personas quemando zapatillas Nike se hicieron virales y parecieron confirmar su predicción.
Sin embargo, los datos del mercado hablaban otro idioma. Aunque las acciones de Nike se desplomaron al principio, se recuperaron rápidamente y alcanzaron un máximo histórico. El análisis de las redes sociales mostró que las menciones a la marca aumentaron un 1.400% y que la campaña tuvo eco en el público objetivo de Nike, formado por consumidores jóvenes, urbanos y diversos.
El ataque de Trump a Nike ha mostrado los límites de su poder económico: podría dañar a una liga nacional como la NFL, pero no a una marca global de estilo de vida dirigida a la cultura juvenil.
La visita a la Casa Blanca: una tradición rota
La presidencia de Trump puso fin a la tradición bipartidista de visitas de equipos campeones a la Casa Blanca. Atletas de alto perfil, en particular de la NBA y la NFL, se negaron a venir. Cuando la estrella de los Golden State Warriors, Stephen Curry, expresó su reticencia a visitarla, Trump le desinvitó a través de Twitter por precaución.
Esto provocó el famoso tuit de LeBron James: "¡El vago de @StephenCurry30 ya ha dicho que no viene! Así que tampoco hay invitación. Ir a la Casa Blanca era un gran honor hasta que apareciste tú!".
Este intercambio convirtió a la NBA en el centro del sentimiento anti-Trump en el deporte. Equipos enteros, incluidos los Philadelphia Eagles de 2018 y la selección femenina de fútbol de Estados Unidos (liderada por Megan Rapinoe, firme crítica de Trump), se saltaron la visita.
Por el contrario, los equipos de deportes más conservadores, como los Houston Astros (MLB) y los Baylor Lady Bears (NCAA), siguieron participando. La visita a la Casa Blanca, que antes era un acto ceremonial unificador, se convirtió en una prueba de fuego política que dividió aún más a los aficionados estadounidenses al deporte en bandos ideológicos.
Visitas del equipo campeón durante la presidencia de Trump
| Año | Equipo (Deporte) | Resultado | Conflicto/cita clave |
| 2017 | Golden State Warriors (NBA) | Retirada de la invitación | "U bum... Ir a la Casa Blanca era un gran honor hasta que apareciste tú" (LeBron James) |
| 2017 | Patriotas de Nueva Inglaterra (NFL) | Participó (parcialmente) | Muchos jugadores faltan; Tom Brady se ausenta por "asuntos familiares". |
| 2018 | Águilas de Filadelfia (NFL) | Retirada de la invitación | Trump canceló la ceremonia por la escasa asistencia de jugadores |
| 2019 | Selección nacional femenina de Estados Unidos (fútbol) | No participó | "No voy a ir a la maldita Casa Blanca" (Megan Rapinoe) |
| 2019 | Washington Nationals (MLB) | Visitado | Kurt Suzuki llevaba un sombrero MAGA; Sean Doolittle boicoteado |
| 2019 | LSU Tigers (NCAA Fútbol) | Visitado | Visita de Joe Burrow y su equipo; acogida positiva en general |
El mito del atleta natural
La deconstrucción de la leyenda del béisbol
Una de las piedras angulares de la mitología de Trump es su afirmación de haber sido un prodigio del béisbol. Ha afirmado en repetidas ocasiones que fue el "mejor jugador del estado de Nueva York" durante su época en la Academia Militar de Nueva York (NYMA) y que fue tanteado por los Filis de Filadelfia y los Medias Rojas de Boston.
A menudo relata un jonrón que le hizo ganar un partido contra el Cornwall High School y que apareció en un periódico local.
La investigación sobre estas afirmaciones demuestra que son exageradas. Antiguos compañeros y entrenadores confirman que era un "buen" jugador de primera base con un brazo fuerte, pero no hay indicios en las bases de datos de los ojeadores profesionales de que fuera un jugador profesional.
Los archivos muestran que la NYMA ni siquiera jugaba contra el Cornwall High School el año en que Trump afirma que se produjo el jonrón. El titular del "pequeño periódico local" que citó nunca fue encontrado por los archiveros.
Esta falsificación sirve a un propósito psicológico específico. Construye una narrativa de dominio físico y de "lo que podría haber sido". Al afirmar que podría haber sido atleta profesional, pero que eligió el sector inmobiliario, Trump presenta su carrera empresarial como una conquista deliberada y no como un camino predeterminado.
Refuerza la imagen del "hombre fuerte" que es crucial para su atractivo político, la idea de que posee una cualidad genética innata y superior que se traslada a todos los ámbitos, desde el diamante hasta la sala de juntas.

La Copa del Mundo de Fútbol de 2026
El grupo de trabajo 2026 y el 250 aniversario
En su segundo mandato, Trump ha utilizado la Copa Mundial de la FIFA 2026, organizada conjuntamente por Estados Unidos, México y Canadá, como vehículo del excepcionalismo estadounidense. Vinculando explícitamente el torneo a las celebraciones del 250 aniversario de la nación, Trump creó por orden ejecutiva un "Grupo de Trabajo de la Casa Blanca sobre la Copa Mundial de la FIFA 2026".
Considera el acontecimiento no sólo como un torneo deportivo, sino también como un espaldarazo a su resurgimiento "America First", y está deseoso de maximizar el impacto económico previsto de 480 millones de dólares y la afluencia masiva de turistas.
El grupo de trabajo, formado por miembros clave del gabinete, se encarga de garantizar que el acontecimiento sirva de escaparate de la "grandeza estadounidense" y que la logística del torneo se convierta en una extensión directa del poder ejecutivo.
La Alianza Infantino y el "Premio de la Paz"
El acercamiento entre Trump y el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, ha suscitado un intenso escrutinio y refleja la relación simbiótica de Trump con Dana White en la UFC. En diciembre de 2025, durante el sorteo de la Copa del Mundo en Washington D.C., Infantino concedió a Trump el primer "Premio de la Paz de la FIFA", lo que los críticos consideraron una violación rastrera de los estatutos de neutralidad política de la FIFA.
Infantino elogió a Trump por su "compromiso con la paz", mientras que los opositores consideraron el premio como un gesto transaccional para asegurarse el favor de Trump para el torneo. Esta alianza proporciona a la FIFA la seguridad y el apoyo logístico del Gobierno estadounidense, al tiempo que ofrece a Trump un escenario mundial y un trofeo de oro literal para validar sus dotes de estadista.
Tensiones en relación con la inmigración y la amenaza de reasentamiento
A pesar de la retórica "pacifista", sigue habiendo considerables fricciones entre las políticas internas de Trump y los requisitos internacionales de la FIFA. Trump ha amenazado con retirar su apoyo o alejar los partidos de ciudades gobernadas por demócratas que considera "inseguras".
Además, la estricta política de inmigración de su gobierno y las prohibiciones de entrada chocan con el mandato de la FIFA de abrir las fronteras a aficionados y equipos. Organizaciones de derechos humanos y expertos jurídicos han expresado su temor a que los aficionados de países vetados no puedan asistir a los partidos, lo que provocaría una tensa situación en relación con las garantías de visado que amenaza con socavar el lema de "unidad" del torneo.

Profundidad de campo financiera
Pérdidas y valor de marca
En el pasado, las inversiones de Trump en el deporte han tendido a ser deficitarias para alcanzar la fama.
- Los Generales de la USFL: Trump perdió ~3 millones de dólares por dirigir el partido, pero ganó una inmensa exposición mediática. Por el precio de un equipo de fútbol fracasado, se compró fama nacional.
- Turnberry: El complejo ha acumulado más de 40 millones de libras en pérdidas desde su compra, pero sigue siendo la joya de su cartera, una propiedad de prestigio que señala estatus "aristocrático".
- La puja por los Bills: La pérdida de los Bills a manos de los Pegula probablemente salvó a Trump de la ruina financiera. Si hubiera ganado con una oferta de 1.400 millones de dólares frente a su liquidez de 1.100 millones, se habría sobreendeudado peligrosamente.
Fuentes de ingresos después de la presidencia
En la era posterior a la presidencia, el deporte ha pasado de ser un juego de vanidad a una importante fuente de ingresos.
- LIV Golf: La asociación con los saudíes ha invertido millones en sus campos de golf, mientras que el PGA Tour los ha boicoteado.
- Merchandising: La monetización de la marca MAGA a través del deporte, la venta de ropa de golf "Trump 45" y el aprovechamiento de su asociación con la UFC han creado una fuente de ingresos directos para el consumidor.
- Criptomonedas y licencias: Los últimos informes financieros de Trump muestran que gana millones con acuerdos de licencias, algunos de los cuales capitalizan su imagen "ganadora" perfeccionada en el ámbito deportivo.
La escena como ideología
El viaje de Donald Trump por el mundo del deporte es una campaña de perturbación de cincuenta años. Es la historia de un hombre que trató desesperadamente de ser aceptado por los guardianes de los deportes recreativos estadounidenses, los propietarios de la NFL, los miembros de los Augusta Nationals y los ojeadores de béisbol, y que, tras ser rechazado, dedicó su vida a construir sus propios estadios donde él pudiera poner las reglas.
En la USFL, intentó y fracasó en su intento de intimidar a la NFL, pero aprendió el poder de la demanda como arma. En el boxeo y la WWE, aprendió que al público estadounidense le encantan los tacones y que el "kayfabe", la mezcla de verdad y ficción, es una herramienta política eficaz. En la UFC encontró una tribu leal de jóvenes descontentos que se convirtieron en soldados rasos de su movimiento político. Y en su guerra con la NFL y la NBA, aprendió que es tan rentable dividir a los aficionados como unirlos.
Considerar la historia deportiva de Trump como una colección de pasatiempos no tiene sentido. El estadio era su aula. Los atletas eran sus primeras asignaturas. Y el juego nunca se centraba en el resultado, sino en los espectadores.
Archivos adjuntos
Apéndice A: Cronología de los conflictos deportivos más importantes
- 1983: Trump compra los NJ Generals (USFL).
- 1986: Sentencia USFL contra NFL; se conceden 3 $ por daños y perjuicios. Se disuelve la liga.
- 1988: Trump asesora a Mike Tyson y organiza la pelea de Spinks en Atlantic City.
- 2001: El Trump Taj Mahal acoge el UFC 30 y salva la promoción.
- 2007: "Batalla de los multimillonarios" en WrestleMania 23.
- 2014: Trump puja por los Buffalo Bills y pierde ante Terry Pegula.
- 2016: El PGA Tour traslada el WGC Championship de Trump Doral a México.
- 2017: Discurso "Hijos de puta" en Alabama a los jugadores arrodillados.
- 2021: Cancelado el Campeonato de la PGA en Trump Bedminster a partir del 6 de enero.
- 2022: LIV Golf (Arabia Saudí) organiza su primer torneo en Trump Bedminster.
- 2026: Copa del Mundo de Fútbol 2026, continuará.
Anexo B: Datos sobre la incidencia financiera
- Acción de Nike (2018): Caída inicial del ~3%, seguida de un repunte hasta máximos históricos.
- Audiencias de la NFL (2016-17): Caída de ~8% interanual durante las protestas (causalidad multifactorial).
- Trump Turnberry: pérdidas de 2,3 millones de libras en 2019; deuda total en Trump Trust ~150 millones de dólares.
