El Chelsea corre el riesgo de perder la opción de Earl’s Court a medida que avanzan los planes de remodelación
La larga búsqueda del Chelsea por un estadio más grande se acerca a un momento decisivo, ya que el avance de un vasto proyecto de reurbanización en Earl’s Court amenaza con eliminar lo que muchos dentro del club consideran su alternativa más clara a Stamford Bridge.
Este terreno en el oeste de Londres ha sido discutido durante años como una posible solución al problema de capacidad del Chelsea. Stamford Bridge alberga poco más de 40.000 espectadores, muy por debajo de varios rivales de la Premier League, lo que limita los ingresos en días de partido y las oportunidades comerciales en general. Sin embargo, el club aún no ha dado el paso de presentar una propuesta formal.
Esa falta de acción empieza a tener consecuencias. Esta semana, el ayuntamiento de Kensington y Chelsea aprobó un proyecto inmobiliario y comercial de £10.000 millones propuesto por la empresa Earls Court Development Company (ECDC). El plan, que no contempla espacio para un estadio de fútbol, ya había recibido el respaldo unánime del ayuntamiento de Hammersmith y Fulham, según informó The Guardian.
Aunque el permiso urbanístico no impide que otros interesados presenten propuestas, sí reconfigura el panorama político en torno al terreno. Una figura política destacada de Londres, citada por The Guardian, declaró que el Chelsea ahora debe “actuar o callar” respecto a Earl’s Court, un comentario que refleja la creciente impaciencia entre los responsables locales.
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La directiva del Chelsea ha asumido internamente que Stamford Bridge es demasiado pequeño para las ambiciones a largo plazo del club. Los ejecutivos han mantenido conversaciones preliminares con varios actores implicados en los 17,8 hectáreas del terreno, incluidos Transport for London y el promotor Delancey, y han identificado el depósito de Lillie Bridge como la ubicación más viable para un nuevo estadio. El fondo de pensiones holandés APG también es uno de los propietarios del terreno.
Sin embargo, esas conversaciones han permanecido en un nivel informal. El Chelsea no presentó una oferta pública antes de que se aprobaran los planes urbanísticos, y ahora se espera que el valor del terreno aumente significativamente. Esto incrementa la probabilidad de que promotores internacionales de gran escala e inversores institucionales compitan por el sitio si se abre a más postores.
Los defensores del proyecto de la ECDC sostienen que representa un raro consenso en la política londinense. Aunque la empresa aún no ha confirmado la financiación completa, The Guardian informó que las preocupaciones iniciales sobre los costes se han suavizado, y que ya se están realizando gestiones para asegurar inversión pública y privada. Ese nivel de apoyo dificulta que otras propuestas alternativas ganen impulso.
Se espera que el alcalde de Londres, Sadiq Khan, sea llamado a respaldar el proyecto. Según personas familiarizadas con el proceso, un plan que contempla la construcción de unas 4.000 viviendas, con un 35 % clasificadas como asequibles, sería difícil de bloquear para el Ayuntamiento. Una vez que se firmen los contratos de construcción, la posibilidad de incorporar un estadio desaparecería prácticamente.
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Las opciones alternativas del Chelsea son limitadas. La remodelación de Stamford Bridge sigue siendo posible, pero sería compleja, dado el trazado ferroviario circundante y la alta probabilidad de una reubicación temporal prolongada. Además, la toma de decisiones se ha ralentizado por las supuestas tensiones entre los copropietarios Todd Boehly y Clearlake Capital.
Personas cercanas a la situación creen que Earl’s Court sigue siendo la vía más realista para que el Chelsea tenga un estadio moderno y de gran capacidad en el oeste de Londres. Pero la demora tiene un coste. Mientras sus rivales siguen beneficiándose de recintos más grandes y operaciones comerciales en expansión, el Chelsea corre el riesgo de quedarse estructuralmente rezagado en los próximos años.
Fuentes: The Guardian
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