El milagro que quiere Pochettino y la realidad a la que se enfrenta Estados Unidos en 2026
Con la Copa Mundial de la FIFA 2026 acercándose, Mauricio Pochettino pide a los jugadores estadounidenses que piensen más allá del progreso incremental. Ser anfitriones del torneo, argumenta, debe ir acompañado de una ambición que resulte incómoda, incluso irreal.
En lugar de fundamentar ese mensaje en la historia del fútbol, Pochettino ha recurrido a una referencia profundamente arraigada en la psique deportiva estadounidense. En declaraciones citadas por medios de EE. UU., ha señalado al equipo olímpico de hockey sobre hielo de 1980 como prueba de que la preparación y la fe pueden, a veces, superar a la reputación.
Es una comparación inusual para un deporte global, y tal vez ese sea precisamente el punto.
Por qué el milagro sigue importando
El “Milagro sobre Hielo” perdura menos por cómo se jugó aquel partido que por lo que representó. Un grupo de jugadores amateur derrotó a un equipo soviético que había dominado el hockey internacional durante años, ganando 4-3 en Lake Placid. Aunque no fue una final por la medalla de oro, el resultado cobró rápidamente un peso simbólico.
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Para Pochettino, la relevancia está en la psicología. Jugar en casa, ser subestimado por gran parte del mundo exterior y cargar con expectativas muy por debajo de ganar… esas condiciones serán familiares para EE. UU. en 2026.
Aun así, la inspiración tiene sus límites.
Midiendo el estatus de desvalido
Sobre el papel, los estadounidenses siguen siendo forasteros. El equipo de hockey de 1980 llegó al torneo como el séptimo sembrado de 12. La actual selección masculina de fútbol de EE. UU. ocupa el puesto 14 en el ranking mundial de la FIFA. Aunque los anfitriones reciben automáticamente una posición de cabeza de serie en el sorteo del Mundial, el ranking por sí solo deja a EE. UU. fuera del grupo de verdaderos favoritos.
El reto se agrava por la magnitud. La FIFA ha ampliado el torneo a 48 equipos, lo que implica más partidos, más problemas tácticos y menos oportunidades de sobrevivir solo con el impulso, según datos de la competencia.
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No hay un único obstáculo a superar
Una diferencia crucial con 1980 es la ausencia de un enemigo singular. Aquel equipo de hockey tenía a la Unión Soviética, una potencia dominante que había ganado cuatro títulos olímpicos consecutivos y representaba una enorme carga simbólica y política.
El EE. UU. moderno se enfrenta, en cambio, a un elenco rotativo de amenazas. Posibles rivales en eliminatorias como Inglaterra o la campeona defensora Argentina llegarían con estrellas y pedigrí, pero ninguna representa un obstáculo único y definitorio. El peligro llega en oleadas, no en un solo partido.
Un contexto político cambiado
Lake Placid se desarrolló en plena Guerra Fría, cuando los resultados deportivos se absorbían fácilmente en un conflicto ideológico más amplio. La Copa Mundial de 2026 se disputará en un entorno mucho más fragmentado.
Rusia sigue vetada de las competiciones FIFA por su invasión a Ucrania. Pero las críticas al torneo se han centrado menos en la geopolítica y más en cuestiones logísticas y de comercialización desde el acceso a visados hasta los precios de las entradas, según reportes de Reuters y la BBC.
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Esa realidad hace improbable que el equipo estadounidense sea abrazado a nivel internacional, a menos que su juego lo exija.
Experiencia en lugar de inocencia
La composición del plantel puede ser el contraste más marcado. El equipo de hockey de 1980 estaba compuesto en su mayoría por jugadores universitarios, con una edad promedio de unos 23 años y sin experiencia profesional.
La alineación esperada de EE. UU. en 2026 cuenta otra historia. Jugadores como Christian Pulisic y Weston McKennie acumulan años en las principales ligas europeas, y varios titulares proyectados son habituales en la Liga de Campeones, según Reuters. La diferencia de talento con las naciones élite puede ser menor, pero también ha desaparecido la libertad que daba el anonimato deportivo.
Este equipo sabe exactamente cuán difícil es la tarea.
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La magnitud de lo que está en juego
Si la improbabilidad es el hilo común, las consecuencias no lo son. La FIFA estima que la final del Mundial 2022 entre Argentina y Francia alcanzó aproximadamente 1.500 millones de espectadores en todo el mundo. En cambio, la semifinal de hockey de 1980 se transmitió en diferido en Estados Unidos.
Una victoria de EE. UU. en casa en el Mundial se ubicaría de inmediato entre las mayores sorpresas en la historia del torneo, quizás comparable solo con el triunfo de Uruguay sobre Brasil en 1950.
Si ese sueño es realista o no, casi no viene al caso. Al invocar 1980, Pochettino no está prediciendo un milagro. Está marcando un estándar sobre cuán audaz puede atreverse a pensar su equipo y desafiándolo a convivir con la presión que eso conlleva.
Fuentes: Reuters, BBC, FIFA
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