Las finanzas del rugby inglés mejoran, pero persisten las incertidumbres a largo plazo
Un panorama financiero cambiante
Para los lectores menos familiarizados con la organización del rugby, la Rugby Football Union (RFU) es el organismo nacional responsable de dirigir a las selecciones de Inglaterra y supervisar el desarrollo del deporte en todo el país.
La RFU depende en gran medida de los ingresos generados por los partidos disputados en el estadio de Twickenham, especialmente los encuentros internacionales que atraen grandes audiencias y generan importantes beneficios comerciales.
Los informes financieros más recientes de la RFU muestran una recuperación significativa. Un calendario repleto de siete partidos internacionales masculinos en Twickenham entre junio de 2024 y junio de 2025, muchos más que el año anterior, impulsó un notable aumento de los ingresos.
Según BBC Sport, los ingresos totales alcanzaron los 228 millones de libras, mientras que el déficit se redujo a solo 2 millones de libras, una mejora sustancial respecto al déficit de 42 millones del año anterior.
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Estas cifras son relevantes porque la RFU, a diferencia de algunos organismos deportivos internacionales, depende de forma inusualmente fuerte de los ingresos generados en los días de partido.
Cuando la selección nacional juega menos partidos en casa o cuando la preparación de una Copa del Mundo incrementa los costes, las finanzas de la organización pueden variar de forma abrupta.
Dirección bajo presión
El director ejecutivo Bill Sweeney declaró a BBC Sport que la RFU se encuentra en una posición más sólida que en años anteriores, aunque subrayó que las presiones financieras siguen presentes.
Su liderazgo ha sido objeto de debate, especialmente después de que las grandes pérdidas de la temporada pasada provocaran una moción de censura.
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Aunque Sweeney logró conservar su puesto, el episodio puso de manifiesto preocupaciones de larga data sobre la gestión del gasto, la comunicación y la estrategia interna de la RFU.
Para entender estas tensiones, conviene recordar que el rugby inglés ha sufrido múltiples impactos en la última década. La desaparición de varios clubes de la Premiership, como Worcester Warriors y Wasps, debilitó la confianza en la estabilidad económica del deporte.
Al mismo tiempo, el aumento de los costes operativos, las exigencias de los seguros y las medidas de protección del jugador han incrementado considerablemente el coste del rugby profesional.
Un ciclo definido por los acontecimientos, no solo por la planificación
La RFU opera en un ciclo financiero de cuatro años vinculado a la Copa Mundial de Rugby masculina. Normalmente, el primer año es el más sólido desde el punto de vista económico, mientras que el cuarto suele generar pérdidas, ya que las federaciones reciben menos ingresos directos en temporadas de Mundial.
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La directora financiera, Francesca Pierce, describió la actual recuperación como una base esencial para afrontar los años más difíciles que se avecinan. También señaló que las tendencias económicas más amplias, como la inflación y el aumento de los costes de explotación de los estadios, complican la planificación a largo plazo.
La RFU mantiene conversaciones con World Rugby sobre el reparto de ingresos en los años de Mundial. Muchas federaciones, no solo Inglaterra, han sostenido que el modelo actual las obliga a asumir mayores costes sin recibir compensaciones proporcionales.
La reciente crisis financiera del rugby inglés de clubes
Para quienes se acercan por primera vez al tema, una de las mayores preocupaciones sobre el futuro del rugby inglés es la grave inestabilidad financiera que ha afectado al rugby profesional de clubes en los últimos años.
Durante la última década, varios clubes de la Premiership tuvieron dificultades para mantenerse a flote. La crisis alcanzó su punto culminante entre 2022 y 2023, cuando tres clubes importantes desaparecieron en rápida sucesión.
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Worcester Warriors entró en administración tras incumplir obligaciones fiscales, Wasps fueron expulsados de la liga por deudas impagadas y London Irish colapsó bajo un agujero financiero de alrededor de 30 millones de libras.
Los tres fueron excluidos de la Premiership Rugby, dejando a jugadores, empleados y aficionados sin equipo prácticamente de un día para otro.
Estos colapsos revelaron problemas estructurales profundos. Los clubes de la Premiership llevaban años dependiendo de propietarios acaudalados para cubrir grandes pérdidas anuales. Ese modelo dejó de ser sostenible a medida que aumentaban los costes operativos y los ingresos se estancaban.
La brecha económica entre clubes más ricos y más modestos se ensanchó, mientras que la pandemia eliminó completamente los ingresos de los días de partido durante una temporada entera, agravando presiones que ya existían.
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Como resultado, la confianza en la gestión económica del rugby inglés se vio seriamente afectada. La RFU fue criticada por no supervisar adecuadamente las finanzas de los clubes, mientras que la Premiership Rugby fue acusada de falta de transparencia.
Aunque se están implementando reformas, como nuevos controles del gasto y discusiones sobre contratos centralizados para jugadores de élite, la crisis sigue influyendo en las decisiones financieras a largo plazo de la RFU.
Cómo está estructurada la Premiership Rugby
Para quienes no están familiarizados con la liga, aquí las claves principales: la Premiership Rugby es la máxima categoría del rugby profesional de clubes en Inglaterra. Opera de manera independiente de la RFU, aunque depende de ella en cuestiones de regulación, estándares de bienestar del jugador y supervisión general del deporte.
Así funciona la estructura:
• La Premiership Rugby es propiedad de los propios clubes, que actúan como accionistas. Cada club tiene un voto en decisiones comerciales, normativas de competición, acuerdos televisivos y distribución de ingresos.
• La RFU supervisa el marco general del rugby inglés y aprueba las regulaciones principales, mientras que la Premiership Rugby maneja su propia estrategia comercial. Esto incluye contratos televisivos, acuerdos de patrocinio y estrategias de marketing.
• La liga se sitúa por debajo del Championship, que está controlado por la RFU, aunque las normas de ascensos y descensos han cambiado en varias ocasiones. En ciertos períodos, el ascenso ha sido suspendido, generando tensiones entre los niveles profesional y semiprofesional.
• La mayoría de los clubes son de propiedad privada y dependen de un importante respaldo económico por parte de individuos adinerados o grupos de inversión. A diferencia del fútbol, los clubes de rugby generan beneficios muy limitados solo con los días de partido, lo que los hace más vulnerables a shocks económicos.
• Los salarios de los jugadores están regulados por un tope salarial, que fue reforzado tras la crisis para limitar el gasto excesivo y aportar más estabilidad a los presupuestos.
Comprender esta estructura es fundamental para entender por qué el colapso de varios clubes generó un efecto dominó tan pronunciado. Sin un mecanismo financiero centralizado de emergencia y con una fuerte dependencia de propietarios individuales, a menudo no existía una vía realista para salvar a un club cuando se quedaba sin dinero.
El incierto futuro de Twickenham
Twickenham, sede de la RFU desde 1909, es el centro económico de la federación. El estadio alberga los partidos en casa de la selección inglesa y aporta decenas de millones de libras cada año tanto a la RFU como a la economía local.
Sin embargo, el futuro del ambicioso proyecto de remodelación del área circundante de Allianz sigue siendo incierto. El proyecto, con un coste estimado de más de 650 millones de libras, depende de la aprobación del ayuntamiento local para organizar 15 eventos no relacionados con el rugby cada año, como conciertos. Hasta ahora, dicha aprobación no ha sido concedida.
Esto es relevante porque los estadios modernos suelen necesitar actividad durante todo el año para ser económicamente sostenibles.
Wembley acoge decenas de conciertos y eventos deportivos cada temporada, y el estadio del Tottenham Hotspur se ha convertido en un lugar habitual para partidos de la NFL y otros grandes espectáculos. Twickenham, en cambio, organiza muy pocos eventos que no estén vinculados al rugby, lo que limita la capacidad de la RFU para diversificar sus ingresos.
Aunque la RFU insiste en que su plan preferido es permanecer en Twickenham, ya ha comenzado a diseñar planes de contingencia en caso de que no se otorgue la aprobación. Una reubicación solo se contempla como último recurso, pero el hecho de que esté sobre la mesa demuestra lo delicado que se ha vuelto el equilibrio financiero.
