Los 9 futbolistas que completaron el triplete definitivo del fútbol
Para la mayoría de los jugadores profesionales, ganar una de estas tres coronas ya es un sueño: el Balón de Oro, la Champions League o la Copa del Mundo. Ganar dos es extraordinario. Pero alcanzar las tres es el pináculo absoluto, y solo nueve futbolistas en toda la historia lo han conseguido. Este logro representa tanto la grandeza individual como el éxito colectivo. Aquí repasamos, en orden inverso, a los miembros de este club exclusivo, comenzando con el más reciente: Ousmane Dembélé.
Ousmane Dembélé

La trayectoria de Ousmane Dembélé hacia este triplete histórico es una historia de resiliencia, talento y redención. Formado en Rennes, rápidamente llamó la atención por su velocidad, su capacidad de driblar con ambas piernas y su imprevisibilidad. En el Borussia Dortmund brilló de inmediato, ofreciendo destellos de genialidad en la Bundesliga y la Champions. Su fichaje por el FC Barcelona en 2017 lo convirtió en uno de los jugadores más caros del mundo, pero las lesiones frenaron su progreso. Muchos dudaron de que alguna vez alcanzara el nivel esperado. Sin embargo, Dembélé trabajó incansablemente para reinventarse, ganando disciplina táctica y consistencia. Con Francia, logró el Mundial de 2018 en Rusia, formando parte de un equipo memorable. En 2023 fichó por el PSG, donde encontró continuidad bajo la dirección de Luis Enrique. En 2024 levantó la Champions League, demostrando que podía brillar en la élite del fútbol europeo. Ese mismo año, alcanzó la cima individual con el Balón de Oro, coronando su resurgimiento. Su juego es único: rápido, desequilibrante y capaz de definir con cualquiera de las dos piernas. Pocos futbolistas generan tanto caos positivo en defensa rival. Su historia inspira por su capacidad de superar obstáculos físicos y mentales. Hoy se le reconoce como uno de los atacantes más completos del mundo. Representa la continuidad de la herencia ofensiva francesa tras Henry y Mbappé. Para el PSG, simboliza un cambio hacia un proyecto más sólido y menos dependiente de fichajes estelares. Y en la historia del fútbol, Dembélé ya pertenece al club más exclusivo de todos.
Lionel Messi

Lionel Messi es considerado por muchos como el mejor jugador de todos los tiempos, y su entrada en este club parecía inevitable. Con el FC Barcelona ganó cuatro Champions League entre 2006 y 2015, dominando junto a Xavi, Iniesta y más tarde Neymar y Suárez. A nivel individual, ha ganado ocho Balones de Oro, un récord absoluto. Sin embargo, durante años fue cuestionado por no lograr títulos grandes con Argentina. Tras derrotas dolorosas en finales, Messi alcanzó la gloria en 2021 con la Copa América. Y en 2022 logró su coronación definitiva al guiar a Argentina al título mundial en Qatar. Sus goles, asistencias y liderazgo lo convirtieron en el protagonista del torneo. Con ese logro, completó el triplete de Balón de Oro, Champions y Mundial. Su genio radica en la combinación de visión, dribbling, pase y gol. Messi ha sido un referente constante durante casi dos décadas. Su historia incluye caídas y redenciones, pero siempre con un nivel superlativo. Qatar 2022 fue el cierre perfecto de una carrera legendaria. Messi redefinió lo posible en el fútbol moderno. Hoy es el punto de comparación para cada generación. Su lugar en este club es un símbolo de perfección futbolística.
Kaká

Kaká representa la elegancia y la clase en estado puro. En 2002 formó parte del Brasil campeón del mundo, aunque con un papel menor. Años después, en 2007, lideró al AC Milan hacia la Champions League, siendo el jugador más decisivo del torneo. Sus goles espectaculares, especialmente ante el Manchester United, aún se recuerdan. Ese año fue galardonado con el Balón de Oro, justo antes de la era Messi-Ronaldo. Kaká combinaba velocidad, técnica y visión de juego como pocos. Sus conducciones largas eran implacables. Aunque las lesiones limitaron su carrera posterior, en su pico fue imparable. Representaba la esencia del mediapunta brasileño creativo y elegante. Su temporada 2006-07 sigue siendo referencia para su posición. Era respetado tanto dentro como fuera del campo por su humildad. Su estilo marcó una época en el Milan. Kaká mostró que el fútbol podía ser bello y eficaz al mismo tiempo. Su lugar en este club es prueba de que una carrera no necesita ser larga para ser legendaria.
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Ronaldinho

Ronaldinho llevó la magia del fútbol callejero a los escenarios más grandes. En el Mundial de 2002 maravilló con su talento y contribuyó al título de Brasil. En 2005 recibió el Balón de Oro tras dominar con el Barcelona y deleitar a todo el planeta. En 2006 ganó la Champions League, siendo el motor creativo del equipo. Sus dribblings, pases sin mirar y goles imposibles lo convirtieron en un ídolo mundial. Ronaldinho jugaba con alegría contagiosa, siempre con una sonrisa. Fue un símbolo de que el fútbol es también diversión y espectáculo. Inspiró a una generación entera, incluido Lionel Messi. Su impacto iba más allá de los títulos: representaba el arte en el fútbol. Aunque su declive fue rápido, su legado es intocable. Fue amado incluso por rivales. Su lugar en este club demuestra que la genialidad pura puede también traer títulos. Ronaldinho seguirá siendo recordado como uno de los jugadores más carismáticos y creativos de la historia.
Rivaldo

Rivaldo fue un jugador de potencia, inteligencia y clase. En 1999 ganó el Balón de Oro tras una temporada brillante con el Barcelona, en la que marcó 37 goles. Su zurda era devastadora: tiros libres, remates lejanos y voleas inolvidables. Con Brasil, fue una pieza clave en el Mundial de 2002, anotando cinco goles y formando un tridente letal con Ronaldo y Ronaldinho. En 2003 completó su triplete al ganar la Champions League con el AC Milan. Rivaldo era menos mediático que otros brasileños, pero igual de efectivo. Era trabajador y a la vez creativo. Su juego combinaba rigor y destellos de fantasía. Fue criticado en ocasiones por irregularidad, pero su techo era altísimo. Es uno de los delanteros más infravalorados de su época. Representó el puente entre la generación de los 90 y los ídolos de los 2000. Rivaldo demostró que se podía brillar sin necesidad de excesos mediáticos. Su nombre sigue siendo respetado entre los grandes.
Zinedine Zidane

Zinedine Zidane es sinónimo de clase y momentos decisivos. En 1998 llevó a Francia a su primer Mundial, con dos goles en la final. Ese mismo año ganó el Balón de Oro. En 2002 completó el triplete con un gol legendario: la volea de zurda en la final de Champions contra el Bayer Leverkusen. Su estilo era elegante, pausado y eficaz. Zidane dominaba el tempo del juego como pocos. Siempre aparecía en las grandes citas. Su control y técnica eran hipnóticos. Aunque tuvo episodios polémicos, como la expulsión en la final de 2006, su grandeza es indiscutible. Fue líder en Juventus, Real Madrid y Francia. Más tarde, como entrenador, conquistó tres Champions seguidas, ampliando aún más su legado. Zidane mostró que la perfección técnica podía decidir partidos. Su lugar en este club es incuestionable.
Paolo Rossi

Paolo Rossi fue el héroe inesperado de Italia en 1982. Tras regresar de una suspensión, explotó en el Mundial con seis goles, incluido un triplete ante Brasil. Fue máximo goleador, mejor jugador del torneo y campeón. Ese mismo año ganó el Balón de Oro. En 1985 completó su triplete al conquistar la Copa de Europa con la Juventus. Rossi no era el más técnico, pero sí letal dentro del área. Su instinto de gol era incomparable. Su historia es una de redención: de sancionado a héroe nacional. Su Mundial de 1982 se considera una de las mejores actuaciones individuales de la historia. Se convirtió en un símbolo de la resiliencia italiana. Su estilo demuestra que el oportunismo y la inteligencia también son arte. Rossi es recordado como uno de los delanteros más decisivos de su época.
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Franz Beckenbauer

Franz Beckenbauer, “Der Kaiser”, cambió el fútbol desde la defensa. Como líbero, redefinió la posición con autoridad y elegancia. En 1974 llevó a Alemania al título mundial en casa. Ya había ganado el Balón de Oro en 1972 y lo repetiría en 1976. Con el Bayern Munich dominó Europa, logrando tres Copas de Europa consecutivas entre 1974 y 1976. Beckenbauer unía solidez defensiva con visión ofensiva. Su capacidad de iniciar ataques desde atrás era revolucionaria. Fue un líder natural, siempre sereno. Su influencia trascendió su etapa como jugador: también ganó el Mundial como entrenador en 1990. Es uno de los pocos en lograrlo en ambas facetas. Su impacto táctico y simbólico es enorme. Es considerado uno de los mejores defensores de la historia. Su lugar en este club es un reflejo de su inmortalidad futbolística.
Gerd Müller

Gerd Müller fue el definidor por excelencia, apodado “Der Bomber”. En 1970 ganó el Balón de Oro tras anotar 10 goles en el Mundial. En 1974 marcó el tanto decisivo en la final, dando el título a Alemania. Con el Bayern Munich conquistó tres Copas de Europa seguidas. Sus cifras son de otro planeta: más de 500 goles con el Bayern y 68 en 62 partidos con Alemania. Su olfato de gol era incomparable. No necesitaba adornos, solo eficacia brutal. Era pequeño de estatura, pero gigante en instinto. Siempre aparecía en el momento clave. Inspiró a delanteros posteriores como Klose o Lewandowski. Müller sigue siendo uno de los mayores goleadores de todos los tiempos. Su triplete refleja su dominio como ariete puro.
Bobby Charlton

Bobby Charlton fue el primero en conseguir este triplete único. En 1966 lideró a Inglaterra hacia su único título mundial, anotando dos veces en semifinales y brillando en la final. Ese mismo año ganó el Balón de Oro. En 1968 completó el ciclo al marcar dos goles en la final de la Copa de Europa, el primer gran título continental del Manchester United. Charlton sobrevivió al desastre aéreo de Múnich en 1958, lo que hace su carrera aún más heroica. Era símbolo de resiliencia y clase. Su disparo de larga distancia era legendario. Su resistencia física lo convirtió en motor incansable. Representó lo mejor del fútbol inglés. Fue leal siempre al Manchester United. Su ejemplo trascendió generaciones. Charlton se convirtió en un ícono nacional, símbolo de esperanza y superación. Su legado es eterno en Inglaterra y en el mundo del fútbol.
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