El verano tranquilo de Michael Jordan tras una dolorosa eliminación en los playoffs
Un enfoque veraniego poco habitual
El verano de 1989 comenzó con emociones encontradas para Jordan. Según informes anteriores del Chicago Tribune, acababa de completar una de las temporadas más completas de su carrera, liderando la liga en anotación y asumiendo más responsabilidad como creador de juego.
Sin embargo, una persistente lesión en la ingle lo limitó al final de la temporada y los Bulls volvieron a caer ante los Detroit Pistons.
En una época en la que muchas estrellas de la NBA respondían a la derrota entrenando aún más, Jordan sorprendió al equipo. Se alejó del gimnasio, redujo su actividad física y priorizó dar a su cuerpo el descanso que necesitaba.
Distancia del baloncesto
En declaraciones al Tribune, Jordan explicó abiertamente cómo había pasado el verano. “Comí y bebí todo el verano y solo jugué baloncesto unas cuatro veces y subí unas dos libras”, dijo. Pasó la mayor parte del tiempo al aire libre, una ruptura clara con la estricta rutina que normalmente seguía.
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A finales de los años ochenta, los jugadores de la NBA no contaban con programas personalizados ni con seguimiento científico continuo. Muchas decisiones sobre recuperación se basaban en la intuición personal. Para Jordan, eso significó disminuir el ritmo en el verano de 1989.
Largas jornadas en el campo de golf
Gran parte de su tiempo libre lo dedicó al golf, un deporte que utilizaba para desconectar. “Promediaba unas 36 hoyos por día”, explicó. “Acabo de pasar cinco días en Hilton Head y bajé mi hándicap a alrededor de cinco este verano”.
El golf le dio actividad sin las exigencias explosivas del baloncesto, permitiéndole moverse sin agravar la lesión. También le brindó un respiro mental frente a la presión constante de liderar a los Bulls.
Entrenadores notaron progreso pese a la baja actividad
El entrenador de los Bulls Mark Pfeil comentó al Tribune que la lesión de la ingle ya estaba técnicamente curada, pero que la rigidez provenía de la falta de juego.
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“Está curada”, dijo Pfeil, “simplemente está rígida porque no ha jugado mucho baloncesto”. A finales del verano, incluso estaban prestando más atención a la espalda de Jordan que a la ingle.
A pesar de las dudas sobre su inactividad, el descanso le resultó beneficioso. Tras varias temporadas con una gran carga física, su cuerpo necesitaba ese respiro.
Regreso a pleno rendimiento
Cuando comenzó la temporada 1989,90, Jordan estaba totalmente recuperado y disputó los 82 partidos de la fase regular. Volvió a liderar la liga en anotación y robos, y Chicago llevó a Detroit a un séptimo partido en las finales de conferencia.
Ese año marcó un punto de inflexión en su manejo del desgaste físico. Su enfoque terminó influyendo a jugadores más jóvenes como Kobe Bryant, quien recordó que Jordan le enseñó a modificar su estilo según la exigencia del calendario para conservar energía sin dejar de ser efectivo.
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Un modelo de longevidad
La decisión de Jordan de priorizar la recuperación en lugar del entrenamiento constante era inusual para la época, pero fue clave para su durabilidad.
Excepto por la fractura del pie en su segundo año, se mantuvo notablemente sano y consistente. Su mezcla de intensidad, disciplina y descanso estratégico se convirtió en un ejemplo para atletas modernos que buscan prolongar su rendimiento a largo plazo.
Fuentes
Chicago Tribune, archivos históricos de la NBA
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